Quizás la pregunta sea fácil de responder. Cuando pensamos en arte generalmente se nos aparece la imagen de la Mona Lisa con su sonrisa enigmática, o el David de Miguel Ángel con su mirada fija en un horizonte lejano. Posiblemente pensamos en las figuras cubistas de Picasso o en los ensueños autobiográficos de Frida Kahlo, que tanto han ocupado la cultura popular en los últimos años.
Si indagamos un poco más, también se nos puede aparecer la imagen de La Sagrada Familia de Gaudí con sus formas góticas, o podemos escuchar la sonata nocturna de Beethoven guiándonos lentamente por un cauce lleno de nostalgias. “El arte es lo que hace un artista” se ha escuchado decir, y así la definición se va ampliando. El diseño, la moda, la poesía, el cine, la gastronomía, entre muchos más oficios ocupan un espacio bajo esta gran bóveda que es el arte. La respuesta se expande y crece hacia una infinidad de posibilidades.
Si bien la definición es subjetiva, podemos decir que el arte es aquello que nos despierta una emoción única ante el mundo. El arte es una experiencia más que una cosa. Si es así, entonces el arte no es solo aquello que hace un artista, sino la forma en que cada uno transforma la experiencia de la vida.
El artista alemán Joseph Beuys solía decir que “todo ser humano es un artista” porque todos tenemos la capacidad de transformar nuestro entorno. Para Beuys, cada individuo participa en una gran “escultura social” por las formas en que compartimos e intercambiamos nuestras experiencias con los otros.
De todas las definiciones, esta es la más hermosa. Porque ya el arte no es una cosa exclusiva para el artista, el crítico o el historiador, como suele suceder. Sino que el arte es de y para todos, porque todos participamos en las experiencias de la vida. De esta manera, el arte puede ser el sabor de una comida preparada al son de una buena compañía, o una conversación en torno al calor de una fogata después de caminar horas entre paisajes.
Es la forma harmoniosa en que organizamos los espacios de nuestro hogar, combinando texturas, formas y colores para sentirnos en casa. Es el pocillo artesanal hecho a mano por el alfarero, que compramos en una pequeña escapada de la ciudad, y también es el aroma del café que tomamos en él junto a nuestros compañeros de viaje. Son las flores ultravioletas que ponemos dentro de una vasija rustica para darle luz a nuestra sala, o la composición de nuestra ropa para que resuene con un día azulado y soleado.
El arte es hacer de nuestra experiencia una sinfonía o un poema. Es transformar las maneras en que vemos y hacemos el mundo, y también la forma en que lo compartimos con el otro. Más allá de un cuadro que colgamos o una escultura que ponemos, es cómo estos objetos cambian totalmente los espacios que habitamos. Y más allá de los objetos, somos nosotros que nos transformamos siendo partícipes de la creación y la experiencia del arte.